Brujería y juventud en Pitalito: un síntoma de crisis social y educativa

En el corazón del sur del Huila, Pitalito se enfrenta a un fenómeno tan antiguo como inquietante: la creciente vinculación de jóvenes con prácticas de brujería y ocultismo. Lo que antes parecía un asunto marginal o propio de los relatos populares, hoy se ha convertido en una realidad preocupante. Jóvenes —algunos incluso menores de edad— han abandonado las aulas, las responsabilidades y sus proyectos de vida para sumergirse en prácticas esotéricas que prometen poder, fortuna o reconocimiento.

El problema no es solo cultural o religioso: es un síntoma social. La falta de oportunidades educativas y laborales, sumada a la ausencia de referentes sólidos de liderazgo juvenil, deja a muchos jóvenes a la deriva. En medio de la desesperanza, encuentran en la brujería una salida simbólica: un espacio donde se sienten parte de algo más grande, aunque en realidad estén cayendo en un círculo de manipulación y estancamiento.

Pitalito, con todo su dinamismo y potencial, no puede normalizar esta situación. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué estamos ofreciendo como sociedad a nuestros jóvenes para que prefieran invocar espíritus en lugar de abrir un libro? No se trata de satanizar creencias ancestrales, sino de reconocer que detrás de esta tendencia hay abandono estatal, familias fracturadas y un sistema educativo incapaz de retener a sus estudiantes.

La brujería se ha convertido en el refugio de quienes sienten que el futuro les fue negado. Y eso, sin duda, es un fracaso colectivo. El desafío está en rescatar a esos jóvenes con educación de calidad, proyectos culturales y oportunidades reales. De lo contrario, la brujería en Pitalito dejará de ser una curiosidad cultural para convertirse en la lápida del porvenir de toda una generación.